«Escribir para jóvenes no es
solamente contar, es también ofrecer belleza y sensibilidad a través de la
lengua escrita»
Miren Agur Meabe es una destacada escritora vasca que visita nuestro país en el marco del Hay Festival Arequipa 2018. Con estudios en Magisterio y Filología Vasca, ha trabajado como editora y actualmente se dedica a la traducción y a la creación literaria de poesía y literatura infantil y juvenil. A lo largo de su carrera, ha sido galardonada con distintos premios como el Premio Euskera de Literatura Infantil y Juvenil. Sus obras son el bastión desde el cual lucha por la conservación del euskera, su lengua y parte fundamental de su identidad. Conversamos con ella y nos deja muchas interrogantes para reflexionar en torno al compromiso que debemos asumir para la conservación de nuestras lenguas minoritarias.
Tus inicios como escritora
fueron en el género poético. ¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura infantil
y juvenil?
Creo que se debió a más de un motivo. Por una parte, durante un larga
temporada trabajé para la editorial Edebé como directora de la sección de libro
de texto en el país Vasco, y me tocó alternar con algunos escritores en lengua
vasca. Observando su trabajo y la afición natural que tenía, surgió en mí el
deseo de empezar a escribir para niños. A eso se le sumó un acontecimiento
personal: el nacimiento de mi hijo.
A veces se subestima a la
literatura infantil y juvenil por considerarla simple. En tu opinión, en qué
radica la complejidad de escribir para jóvenes.
Respondiendo a tu premisa inicial, diría que hasta hace poco no se ha
tenido en cuenta el valor de la literatura infantil y juvenil porque no se ha considerado
ni siquiera que existía. Simplificando mucho, afirmaría que literatura infantil
es toda aquella expresión o manifestación de la palabra que pueda tener para un
componente lúdico o de formación para el niño. Sin embargo, durante muchísimos
años la literatura infantil ha estado siendo gobernada por una especie de
madrastra, que es la pedagogía. Esto ha causado que muchos textos, que a priori
debieran ser completamente independientes de instruccionismos de cualquier tipo,
hayan terminado al albur de las épocas y las ideologías. En cuanto a la
complejidad en la literatura juvenil, creo que radica en el hecho de escribir
para un público que está dejando de ser niño sin llegar a ser adulto todavía. En
mi caso, la literatura juvenil por lo menos intenta respetar tres puntos
cardinales: la realidad, referido a escribir obras que contengan elementos
cercanos a la vida cotidiana de los jóvenes lectores; la individualidad, referido
a la construcción de los personajes. Hay que tener en cuenta que los personajes
deben ser especiales, con una personalidad marcada, y deben vivir los
aconteceres del día a día con cruda realidad, porque la realidad así lo es. El tercer
punto cardinal es la poética. No me refiero a que la escritura sea abundante en
recursos poéticos, pero sí a que el lenguaje tiene que tener un nivel de
estética que lo aleje del lenguaje cotidiano para que los lectores puedan
también apreciar el valor de belleza que tiene la lengua. Escribir para jóvenes
no es escribir solamente una historia amena, desde mi punto de vista, es
también ofrecer belleza y sensibilidad a través de la lengua escrita; no es solamente
contar, importa mucho cómo se cuente, cómo se trabaja el lenguaje si es que
queremos que sea literatura. Una cosa es un libro para un niño o un libro para
joven y otra cosa es literatura para ellos.
Mencionaste un fin formativo en la literatura infantil, pero también
desligas de la mirada pedagógica que ha tenido durante mucho tiempo. ¿Cómo
diferencias estas dos miradas?
Considero que obras completamente puras no pueden existir porque todos
los autores tenemos cierta marca ideológica más o menos evidente. Sí se tiene
que mantener el texto alejado de instruccionismos de cualquier tipo, ya sean religiosos,
políticos o morales. Es decir que, aunque las obras transmitan algún valor,
porque es imposible que la personalidad o el pensamiento del escritor no se manifiesten
de alguna manera en el texto, no tienen que convertirse en panfletos con
demasiada ideología o demasiada moralina.
Como mencionábamos, tu relación con la poesía data desde tus inicios
como escritora. ¿Qué crees que les puede ofrecer este género a los jóvenes?
He escrito también poesía para niños y actualmente tengo un libro en
preparación de poesía para jóvenes. Sin embargo, nunca se han editado como
libros exclusivos del género; siempre han ido dentro de narraciones que englobaban
los textos poéticos, por ejemplo, al final de un capítulo. Para mí esto es
importante porque yo me considero más poeta que narradora y mi forma de
expresarme a veces es mucho más certera a través de las imágenes que a través
de los hechos narrados. Por otro lado, veía que en la escuela se produce un
corte comprensible, pero también absurdo, en relación con la poesía. Cuando los
niños son pequeños, se les motiva mucho a través de canciones, rimas, baladas,
canciones de cuna, etc., que les resultan muy familiares porque son las primeras
manifestaciones del lenguaje con las que están en contacto, pero según van
avanzando en el aprendizaje en la adquisición de las herramientas de la
literatura y la escritura se les va dejando de presentar la poesía hasta que
llega un momento en que estos niños que empezaron con un contacto natural con
la poesía se vuelven adolescentes o jóvenes a quienes la poesía les parece completamente ajena o de
sentimentales, algo para cursis, pasado de moda o muy complejo. Entonces, lo que
planteé es que había que solventar esta carencia de alguna manera, y empecé a
meter la poesía en pequeñas píldoras dentro de las narraciones. Como a mí me
gusta mucho la mezcla de géneros, la fórmula que he utilizado ha sido la de una
narración que incluía poemas que servían para reafirmar la voz de los personajes
o para contrastarla, para ponerla en cuestión. Para mí es enriquecedor poder
plantear el mismo tema por escrito en prosa y a continuación, como si nada, como
si fuera el caramelito, abordarlo nuevamente en otro registro, el poético. El
contenido es el mismo, pero planteado con dos registros diferentes.
Después de varios años que
llevas escribiendo para niños y jóvenes, ¿percibes algún cambio en los lectores?
El cambio más acusado que percibo en edades tempranas es la progresiva
dificultad para escuchar, para escuchar una explicación. Esto puede trasladarse
a un plan escrito como la incapacidad de leer textos largos. Hay que comprender
que están muy influidos por los medios de comunicación y por todo el mundo de
las nuevas tecnologías, entonces lo niños pretenden recibir respuestas rápidas
a cualquier estimulo. Cuando voy a los centros educativos a hacer animaciones
referidas a mis libros, veo que algunas técnicas que utilizaba antes para
motivar a la lectura o narraciones complementarias que aprovechaba para hablar
del valor de la lectura ahora no funcionan tan bien, porque la capacidad de
escucha de los alumnos de edades tempranas ha disminuido muchísimo. Esa no es
solo mi percepción, sino también la comparten otros colegas. Ya no somos
capaces de tener a los niños sentados escuchándonos, escuchando el valor de la
palabra, escuchando la magia o el mensaje que hay detrás de un párrafo, de un
capitulo. Con los jóvenes ocurre algo parecido: necesitan leer a través de
imágenes. Yo diría que han perdido músculo para la lectura, citando la idea de
Susan Sontag de que para leer hay que ejercitar también el musculo mental.
Actualmente, veo que los jóvenes normalmente solo acuden a las lecturas
prescritas en los colegios, muchas veces pensando solo en la evaluación.
Mencionabas hace un rato la importancia
de la realidad al momento de escribir para jóvenes. ¿Qué lugar tiene la
fantasía en tus libros?
Pues hasta ahora muy poco. Pero ya tengo ganas de empezar a hacer algo
que se salga del realismo. Mis textos hasta ahora no contienen ni ranas
encantadas, ni arcones piratas, beben de la realidad cotidiana y de los
problemas más cercanos como pueden ser la muerte de los seres queridos, como
puede ser el desempleo de un padre o de una madre o los problemas escolares o
los conflictos amistosos. Sí ha pasado en algún caso que, cuando el realismo de
la historia era demasiado crudo, he dado un pequeño salto dentro de la misma
historia a la ficción más fantástica. Por ejemplo, poniendo narradores
complementarios no humanos como pueden ser unos pájaros. Hasta ahora son
novelas sobre el mundo cotidiano, de corte realista, pero tengo ganas de hacer
algo diferente, porque no te puedes estar repitiendo constantemente y cada
libro nuevo que inicias debe ser un pequeño reto y un pequeño cambio en tu
trayectoria. Tengo iniciadas dos historias: una para jóvenes y otra para niños
en las que sí va a haber elementos de magia, pero no magia Harry Potter, sino una
magia vinculada a las tradiciones autóctonas.
Tus publicaciones siempre han sido publicadas en euskera y luego
traducidas por tu misma a otras lenguas. ¿Qué impacto consideras que tiene para
una sociedad el hecho de que se publique producción intelectual en lenguas
minoritarias?
Ese es uno de los temas sobre los que hablé en
una de las mesas del Hay Festival. El país en el que yo vivo
administrativamente y políticamente pertenece al Estado Español, pero mi
cultura, mi lengua y mi identidad poco tienen que ver con la española. Para mí escribir
en euskera es un acto que tiene varias dimensiones. En primer lugar, es un acto
de amor hacia mi familia, mi pueblo y mi patria, la verdadera patria
genealógica. Por otra parte, es un acto de compromiso con mi tiempo y con mi
sociedad en el sentido de que escribo en una lengua que ha sido debilitada por
los avatares y que ha sido castigada y reprimida, pero con la conciencia de que
hacerlo ayude a que esta lengua perviva en la amalgama de la globalidad. Muchas
veces me preguntan por qué no escribo en castellano si así tendría tal vez más
lectores. Escribir en euskera es también un acto de compromiso con mi tiempo y
un acto ecológico porque muchas veces hablamos de especies y de plantas que
tienden a desaparecer y no hablamos de las muchísimas lenguas que desaparecen
en el mundo porque no hay suficientes hablantes o los gobiernos, los sectores
pudientes normalmente neoliberales, no apoyan la continuidad de estas lenguas. Por
último, considerando que nuestra literatura vasca es reciente y gran parte de
su historia se ha basado en libros religiosos, moralistas y doctrinales, pienso
que escribir en euskera puede ser un acto de modernidad, en el sentido de que
se puede decir lo que todavía no se ha dicho en este idioma. Por ejemplo, lo
referido al ámbito del desarrollo de la mujer desde el punto de vista feminista
y de liberación.
Ya para concluir, cuéntanos un poco sobre la conferencia para docentes
que vas a dar el domingo.
El título de la conferencia es De qué hablamos
cuando hablamos de literatura juvenil. Abordaremos las interrogantes de cómo,
quién, dónde, por qué y para qué en los libros para jóvenes. Uniendo esas
interrogantes, iré comentando cómo confecciono mis libros e intercalaré con las
lecturas de fragmentos de algunos de ellos. El quién es el trinomio en el que
yo me baso para a la hora de plantear cualquier historia: realidad,
individualidad y poética, al que habría que sumar las referencias. No sé si es
porque he sido maestra, porque trabajé muchos años editando texto escolar o
simplemente porque me gusta, siempre he tenido un afán culturalista. No es que
quiera instruir a los jóvenes, pero sí me gusta hablarles de personajes que a
mí me han enriquecido mucho como Leonard Cohen, Roberta Plack o César Vallejo.
Por otro lado, el qué se refiere a los temas que pueden ser sociales, pero
también de la propia personalidad, de la autoafirmación del yo y del vivir para
algo. El dónde se refiere a los escenarios en que suelo ambientar mis
historias, que generalmente es el presente real, aunque a veces hago saltos al
pasado histórico. Por ejemplo, en una de mis novelas (Urbete itsasargian, ganadora del premio Euskera de Literatura
Infantil y Juvenil), hablo sobre la Guerra Civil Española, que supuso una
amputación para la cultura vasca, puesto que antes de este periodo vivimos un
interesante florecimiento cultural que de pronto se vio truncado. Respecto al
por qué, se refiere a por qué escribo. Mis porqués tienen que ver con la
emoción, con el deseo de dar un mensaje, con el compromiso. El para qué es
ofrecerles a los lectores un gozo con la palabra escrita y algún conocimiento
sobre el mundo, pero de una manera natural, orgánica, no de una manera
instruccionista.