martes, 27 de noviembre de 2018

¿Leer teatro para niños?

Ilustración: Pequeocio

Se abre el telón y, por unos minutos, la ficción invade la realidad adquiriendo forma a través del cuerpo y la voz. Bien decía García Lorca que «el teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana». Es esa su magia.

Pese a que hacer teatro en el Perú es difícil, el esfuerzo de dramaturgos, actores y productores comprometidos con su arte nos permite acercarnos a esa magia con una variada programación teatral. Para todos los gustos y públicos, incluidos los niños. Existen colectivos o asociaciones con un trabajo exclusivo para ellos, como Coladecometa, Palosanto o La Mayu. No obstante, este dinamismo dista mucho de la situación del teatro para niños en el sector editorial.

Si analizamos la producción editorial de literatura infantil y juvenil en Perú, notamos que el teatro está casi ausente. No obstante, aunque en otros países hispanohablantes haya más publicaciones de este género, la diferencia con la narrativa, e incluso la poesía, sigue siendo apabullante. No en vano el español Juan Cervera lo llama «Cenicienta de la literatura infantil», aunque a decir verdad lo es también de la literatura en general, sin etiquetas.

Pero, ¿por qué habría de leerse teatro para niños? Consideramos que hay dos razones importantes. En primer lugar, si partimos de que la obra teatral tiene dos dimensiones —el texto y la representación—, podemos asumir la lectura del texto teatral como una posibilidad diferente y complementaria de acercamiento a la obra, no indispensable, pero sí enriquecedora. La representación nos permite una apreciación del momento centrada principalmente en las acciones de los personajes. Impera el impacto sensorial y emotivo que genera en el espectador. Escuchamos los textos de los diálogos como si fuéramos testigos de una conversación casual. Prestar atención a lo que dicen los permitirá saber qué pasa. No obstante, la fugacidad del momento y el estar concentrados en lo que ocurre ante nuestros ojos, a veces no nos permiten apreciar la estética de esos diálogos o frases dignas de ser recordadas e interpretadas pasan por nuestros oídos con velocidad tal que a veces no podemos aprehenderlas. Ante ello, la lectura del texto teatral aparece como un acercamiento más pausado que invita a una contemplación más analítica del uso del lenguaje y de los temas abordados por el autor, de los diferentes niveles de lectura que puede ofrecer un buen texto literario.

La segunda razón remite a esta última idea. El teatro es un género literario como lo son la poesía y la narrativa, y como tal ofrece una tipología textual diferente, esencialmente dialógica, que exige al lector situarse en diversos roles para asumir la voz de distintos personajes. Al no existir un narrador, le corresponde a él unir las piezas del rompecabezas para reconstruir los hechos representados, partiendo de los diálogos y las acotaciones. Tal como señala, la española Isabel Tejerina, «la especificidad del género teatral, que nace para ser representado, no invalida la naturaleza literaria de sus textos. Por ello, sus obras de calidad también pueden ser disfrutadas plenamente por el valor en sí mismo de su lenguaje artístico».

Cabe mencionar una tercera razón más utilitaria, pensada desde la perspectiva de la formación de los niños como lectores. Puede que en la infancia haya cierto acercamiento al teatro como espectáculo; sin embargo, el acercamiento a la lectura del texto teatral suele darse de manera tardía, ya en la secundaria cuando es imperante en la escuela leer a clásicos como Sófocles, Shakespeare o Calderón de la Barca. A pesar de ello, no existe un itinerario de lecturas que preparen al niño lector para enfrentarse a la interpretación de este tipo de textos.

Ante este panorama, resulta alentador encontrar tres publicaciones recientes de teatro para niños editadas en nuestro país, que sin duda contribuyen a diversificar la propuesta editorial en cuanto a géneros se refiere:

Teatro para niños (SM, 2015)


Carlota Carvallo es un ícono de la literatura infantil peruana y en esta publicación póstuma, con ilustraciones de Carmen García, se presentan cuatro de sus obras teatrales más representativas: La tacita de plata, Oshta y el duende, El monigote de papel y Florisel, textos escritos entre las décadas de los 40 y los 60. Las dos primeras obras obtuvieron el Premio de Teatro Escolar del Ministerio de Educación. Entre ellas, destaca la historia de Oshta, adaptación de su cuento infantil más célebre, en la que nos muestra la complejidad de la naturaleza humana y de las relaciones sociales alternando entre la crudeza de la realidad y la fantasía. Oshta es un niño que asume la responsabilidad de cuidar el rebaño ante la ausencia de la madre. Él, a pesar de su corta edad, tiene las reglas claras: o engaña o será engañado. Por ello, no duda en hacer que el zorro muera atragantando y se vale de su cuerpo para embaucar al puma. Sin embargo, Oshta no deja de ser un niño y la inocencia habita en él, por lo que termina siendo embaucado por el duende, quien nos conduce hacia un final totalmente inesperado.


Brujas, embrujo de azúcar (Ludo, 2015)


Esta comedia de la actriz ecuatoriana María Fernanda Gutierrez, con ilustraciones de Beatriz Chung y prólogo de Percy Encinas, fue estrenada el 2016 y tiene como protagonistas a tres brujas: Remedios, Ágata y Úrsula, quienes gracias a sus hechizos y su locura, logran devolverle a un chef amargado la alegría de cocinar. Con alegres canciones, diálogos breves y acotaciones a veces largas, esta obra capta la atención del lector y lo envuelve en un mundo culinario donde reina la fantasía. Por estar inicialmente pensada para representarse en un restaurante o banquete, aprovechando el ingreso de los platos, puede que el montaje de la obra por los niños resulte un poco más complejo.


Blas, el zorrito audaz (Panamericana, 2017)


Celeste Viale Yerovi es una destacada dramaturga peruana que impulsa el teatro para niños a través de la Asociación Coladecometa, fundada junto a Alberto Ísola. En esta obra, ilustrada por Christian Ayuni, nos presenta la historia de un zorrito llamado Blas, quien siente ansias de crecer y ser “un zorro de verdad”. Para ello, debe ir hasta la Selva Espesa y Salvaje, la SES, donde encontrará animales que le enseñarán a ser feroz y audaz. En su camino, conoce a otros animales que anhelan llegar al mismo lugar y junto a ellos participará en un concurso de baile cuyo premio son los pasajes para la SES.

La obra destaca por el abordaje de temas íntimos y sociales complejos, como el difícil proceso de crecer e ir descubriendo quiénes somos, o los daños que provoca el hombre en el hábitat de los animales, pero de manera sencilla y amena, sin caer en discursos moralizantes. Además, la construcción de los personajes es interesante porque cada uno tiene su propio conflicto, y el final abierto resulta inesperado para el lector/espectador.


Lo que debes saber sí o sí
Tras el éxito de la trilogía de Blas en el teatro y la publicación del primer libro, este año se ha hecho la reposición de la obra en el Teatro Ricardo Blume, con ampliación de temporada hasta el 09 de diciembre. Para más información, visita la fanpage de Coladecometa.

Foto: Coladecometa
Si quieres leer más teatro para niños, te invitamos a visitar la web de Los Dramaturgos, donde encontrarás 5 obras de infantil, entre las que destacan las de Ernesto Ráez.


¿Dónde encontrarlas?
Teatro para niños está disponible a S/ 39 en Communitas y otros puntos de venta de SM:
Brujas cuesta S/ 30 y puede encontrarse en librerías como El Virrey, Communitas y la cadena Íbero.
Blas, el zorrito audaz se encuentra a S/ 35 en Crisol, Íbero, SBS, Entre Páginas y en las oficinas de Editorial Panamericana (Calle Mercaderes 114, Surco).





lunes, 12 de noviembre de 2018

Hay Festivalito: un pequeño que debe crecer


Con una amplia y variada programación de actividades culturales, el Hay Festival Arequipa 2018 convirtió a la Ciudad Blanca en un gran foco de interés para el público y los medios de comunicación del 8 al 11 de noviembre. La presencia del premio nobel Mario Vargas Llosa, hijo ilustre de la ciudad, no pasó desapercibida y congregó un gran número de asistentes a los eventos en los que participó. Invitados nacionales e internacionales desfilaron por la programación del Hay Festival la mayoría de las veces con éxito. Sin embargo, durante esos cuatro días hubo una programación especial para niños, de la que poco se comenta: el Hay Festivalito, cuya programación compartimos días atrás. 

Las actividades del Hay Festivalito se llevaron a cabo el sábado 10 y el domingo 11 en el auditorio del Centro Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA). Celso Román, autor colombiano, fue el responsable de iniciar la jornada del primer día. Con auditorio lleno, Román compartió dos cuentos suyos: El puente está quebrado y Rogelio y la bolsa (ambos de Editorial Panamericana). Como parte de su dinámica, dialogó con los niños sobre el cuidado de las especies de la amazonía y la protección del medio ambiente, temas que aborda en los libros referidos. 

Luego, fue el turno de Ana Cristina Herreros, narradora y escritora española, quien logró la mayor afluencia de público del Hay Festivalito y deleitó al público asistente con un ameno repertorio de cuentos sobre monstruos. Incluso hubo personas que se contentaron con mirar el evento desde afuera, a través de las pequeñas ventanas del auditorio.  

Ana Herreros, conocida como Ana Griott

Por la tarde, para cerrar esa primera exitosa jornada también con auditorio lleno, se presentó el escritor colombiano Miguel Mendoza, quien partió de su libro Abraza tu miedo (Editorial Panamericana) para iniciar una interesante charla con los participantes en la que compartieron sus miedos y reflexionaron sobre ellos. 

La jornada del domingo lamentablemente tuvo menos asistencia. Debido al poco público al inicio de las actividades, se notó cierto retraso en el arranque de algunas de ellas. La primera estuvo a cargo de Santiago Roncagliolo, quien charló con los asistentes sobre fútbol y su libro Los peores partidos de mi vida (Editorial Xilófono). 

Santiago Roncagliolo

Por la tarde, la programación se retomó con la participación del español Pedro Mañas con un taller-recital de poesía y concluyó con una conferencia para docentes sobre literatura juvenil a cargo de Miren Agur Meabe, escritora vasca. Si bien esta última tuvo pocos asistentes, la solvencia académica de la ponente cubrió las expectativas de los participantes. 


¿Qué nos deja este Hay Festivalito?
El Hay Festivalito, en principio, trasluce un valioso interés por la infancia de parte de los organizadores de un evento tan grande e importante. Su existencia ya representa un primer paso importante a nivel de voluntades. El interés y la buena disposición de las familias asistentes ante estos eventos culturales relacionados con la lectura resulta también destacable. Además, todos los autores invitados lograron conectar con el público y se percibió cierta satisfacción al final de los eventos. 

Otro aspecto destacable es la oportunidad de dar a conocer a autores que no son conocidos en nuestro medio, pero tienen una trayectoria destacada en sus países, casi todos con premios relacionados con la literatura infantil y juvenil. No obstante, esta buena iniciativa debe complementarse con el trabajo de las librerías. ¿Empezarán a llegar a nuestro país los libros de Ana Herreros, Miren Agur y Pedro Mañas o seguirán siendo un producto exquisito casi de coleccionista? Sería bueno que lleguen no solo a Arequipa durante los días del festival, sino que se empiece a difundir más la obra de estos autores de manera más constante.

Aparte de los logros mencionados, también hay aspectos en los que el Hay Festivalito debe crecer. En primer lugar, consideramos fundamental clarificar el tipo de actividades que se van a ofrecer para los niños. En el caso de la programación para adultos, queda claro que se tratará la mayoría de las veces de conversatorios; pero si pensamos en el público infantil, las posibilidades son más amplias. Sería orientador para las familias precisar si se trata de conversatorios, talleres, narración oral, etc. Los únicos eventos claramente definidos fueron el taller-recital de Pedro Mañas y la conferencia para docentes de Miren Agur. Por otro lado, nos parece inadecuada la dinámica de conversatorio para niños. Tener a un adulto al frente (sentado o parado) hablando durante una hora es lo más cercano a la pedagogía tradicional que desde hace mucho se trata de dejar de lado, justamente porque no atiende a la naturaleza de los niños. Si bien ha habido buena disposición del público y de los autores invitados que buscaron el diálogo ameno en todo momento, este aspecto puede mejorarse significativamente.  Con un poco de creatividad, esas interesantes conversaciones pueden ser parte de talleres en los que los niños asuman un rol más activo. Relacionado a ello, debe evaluarse también la parte logística. Las opciones de micrófono que tuvieron los invitados (tradicional y con parante) limitan significativamente la posibilidad de movimiento y dinamismo del ponente. Los más recomendables serían el inalámbrico o el de vincha. 

Por otro lado, en la lista de invitados del Hay Festivalito se sintió la ausencia de más autores peruanos dedicados a la literatura infantil y juvenil además de Roncagliolo. Teniendo a autores como Eslava, Colchado o Chirif el vacío se hace más notorio. No obstante, la gran ausencia fueron los ilustradores, elemento fundamental en la cadena de creación de los libros para niños. Peruanos o extranjeros, los ilustradores podrían brindar talleres de arte muy prácticos para los niños.


Lo que debes saber sí o sí
Si quieres ver más fotos de los eventos y ver las transmisiones que hicimos, búscanos en Facebook: 
@bloglibroslijeros


domingo, 11 de noviembre de 2018

Entrevista con Miren Agur Meabe


«Escribir para jóvenes no es solamente contar, es también ofrecer belleza y sensibilidad a través de la lengua escrita»




Miren Agur Meabe es una destacada escritora vasca que visita nuestro país en el marco del Hay Festival Arequipa 2018. Con estudios en Magisterio y Filología Vasca, ha trabajado como editora y actualmente se dedica a la traducción y a la creación literaria de poesía y literatura infantil y juvenil. A lo largo de su carrera, ha sido galardonada con distintos premios como el Premio Euskera de Literatura Infantil y Juvenil. Sus obras son el bastión desde el cual lucha por la conservación del euskera, su lengua y parte fundamental de su identidad. Conversamos con ella y nos deja muchas interrogantes para reflexionar en torno al compromiso que debemos asumir para la conservación de nuestras lenguas minoritarias. 

Tus inicios como escritora fueron en el género poético. ¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura infantil y juvenil?
Creo que se debió a más de un motivo. Por una parte, durante un larga temporada trabajé para la editorial Edebé como directora de la sección de libro de texto en el país Vasco, y me tocó alternar con algunos escritores en lengua vasca. Observando su trabajo y la afición natural que tenía, surgió en mí el deseo de empezar a escribir para niños. A eso se le sumó un acontecimiento personal: el nacimiento de mi hijo.

A veces se subestima a la literatura infantil y juvenil por considerarla simple. En tu opinión, en qué radica la complejidad de escribir para jóvenes.
Respondiendo a tu premisa inicial, diría que hasta hace poco no se ha tenido en cuenta el valor de la literatura infantil y juvenil porque no se ha considerado ni siquiera que existía. Simplificando mucho, afirmaría que literatura infantil es toda aquella expresión o manifestación de la palabra que pueda tener para un componente lúdico o de formación para el niño. Sin embargo, durante muchísimos años la literatura infantil ha estado siendo gobernada por una especie de madrastra, que es la pedagogía. Esto ha causado que muchos textos, que a priori debieran ser completamente independientes de instruccionismos de cualquier tipo, hayan terminado al albur de las épocas y las ideologías. En cuanto a la complejidad en la literatura juvenil, creo que radica en el hecho de escribir para un público que está dejando de ser niño sin llegar a ser adulto todavía. En mi caso, la literatura juvenil por lo menos intenta respetar tres puntos cardinales: la realidad, referido a escribir obras que contengan elementos cercanos a la vida cotidiana de los jóvenes lectores; la individualidad, referido a la construcción de los personajes. Hay que tener en cuenta que los personajes deben ser especiales, con una personalidad marcada, y deben vivir los aconteceres del día a día con cruda realidad, porque la realidad así lo es. El tercer punto cardinal es la poética. No me refiero a que la escritura sea abundante en recursos poéticos, pero sí a que el lenguaje tiene que tener un nivel de estética que lo aleje del lenguaje cotidiano para que los lectores puedan también apreciar el valor de belleza que tiene la lengua. Escribir para jóvenes no es escribir solamente una historia amena, desde mi punto de vista, es también ofrecer belleza y sensibilidad a través de la lengua escrita; no es solamente contar, importa mucho cómo se cuente, cómo se trabaja el lenguaje si es que queremos que sea literatura. Una cosa es un libro para un niño o un libro para joven y otra cosa es literatura para ellos.

Mencionaste un fin formativo en la literatura infantil, pero también desligas de la mirada pedagógica que ha tenido durante mucho tiempo. ¿Cómo diferencias estas dos miradas?
Considero que obras completamente puras no pueden existir porque todos los autores tenemos cierta marca ideológica más o menos evidente. Sí se tiene que mantener el texto alejado de instruccionismos de cualquier tipo, ya sean religiosos, políticos o morales. Es decir que, aunque las obras transmitan algún valor, porque es imposible que la personalidad o el pensamiento del escritor no se manifiesten de alguna manera en el texto, no tienen que convertirse en panfletos con demasiada ideología o demasiada moralina.

Como mencionábamos, tu relación con la poesía data desde tus inicios como escritora. ¿Qué crees que les puede ofrecer este género a los jóvenes?
He escrito también poesía para niños y actualmente tengo un libro en preparación de poesía para jóvenes. Sin embargo, nunca se han editado como libros exclusivos del género; siempre han ido dentro de narraciones que englobaban los textos poéticos, por ejemplo, al final de un capítulo. Para mí esto es importante porque yo me considero más poeta que narradora y mi forma de expresarme a veces es mucho más certera a través de las imágenes que a través de los hechos narrados. Por otro lado, veía que en la escuela se produce un corte comprensible, pero también absurdo, en relación con la poesía. Cuando los niños son pequeños, se les motiva mucho a través de canciones, rimas, baladas, canciones de cuna, etc., que les resultan muy familiares porque son las primeras manifestaciones del lenguaje con las que están en contacto, pero según van avanzando en el aprendizaje en la adquisición de las herramientas de la literatura y la escritura se les va dejando de presentar la poesía hasta que llega un momento en que estos niños que empezaron con un contacto natural con la poesía se vuelven adolescentes o jóvenes a quienes  la poesía les parece completamente ajena o de sentimentales, algo para cursis, pasado de moda o muy complejo. Entonces, lo que planteé es que había que solventar esta carencia de alguna manera, y empecé a meter la poesía en pequeñas píldoras dentro de las narraciones. Como a mí me gusta mucho la mezcla de géneros, la fórmula que he utilizado ha sido la de una narración que incluía poemas que servían para reafirmar la voz de los personajes o para contrastarla, para ponerla en cuestión. Para mí es enriquecedor poder plantear el mismo tema por escrito en prosa y a continuación, como si nada, como si fuera el caramelito, abordarlo nuevamente en otro registro, el poético. El contenido es el mismo, pero planteado con dos registros diferentes.

Después de varios años que llevas escribiendo para niños y jóvenes, ¿percibes algún cambio en los lectores?
El cambio más acusado que percibo en edades tempranas es la progresiva dificultad para escuchar, para escuchar una explicación. Esto puede trasladarse a un plan escrito como la incapacidad de leer textos largos. Hay que comprender que están muy influidos por los medios de comunicación y por todo el mundo de las nuevas tecnologías, entonces lo niños pretenden recibir respuestas rápidas a cualquier estimulo. Cuando voy a los centros educativos a hacer animaciones referidas a mis libros, veo que algunas técnicas que utilizaba antes para motivar a la lectura o narraciones complementarias que aprovechaba para hablar del valor de la lectura ahora no funcionan tan bien, porque la capacidad de escucha de los alumnos de edades tempranas ha disminuido muchísimo. Esa no es solo mi percepción, sino también la comparten otros colegas. Ya no somos capaces de tener a los niños sentados escuchándonos, escuchando el valor de la palabra, escuchando la magia o el mensaje que hay detrás de un párrafo, de un capitulo. Con los jóvenes ocurre algo parecido: necesitan leer a través de imágenes. Yo diría que han perdido músculo para la lectura, citando la idea de Susan Sontag de que para leer hay que ejercitar también el musculo mental. Actualmente, veo que los jóvenes normalmente solo acuden a las lecturas prescritas en los colegios, muchas veces pensando solo en la evaluación.

Mencionabas hace un rato la importancia de la realidad al momento de escribir para jóvenes. ¿Qué lugar tiene la fantasía en tus libros?
Pues hasta ahora muy poco. Pero ya tengo ganas de empezar a hacer algo que se salga del realismo. Mis textos hasta ahora no contienen ni ranas encantadas, ni arcones piratas, beben de la realidad cotidiana y de los problemas más cercanos como pueden ser la muerte de los seres queridos, como puede ser el desempleo de un padre o de una madre o los problemas escolares o los conflictos amistosos. Sí ha pasado en algún caso que, cuando el realismo de la historia era demasiado crudo, he dado un pequeño salto dentro de la misma historia a la ficción más fantástica. Por ejemplo, poniendo narradores complementarios no humanos como pueden ser unos pájaros. Hasta ahora son novelas sobre el mundo cotidiano, de corte realista, pero tengo ganas de hacer algo diferente, porque no te puedes estar repitiendo constantemente y cada libro nuevo que inicias debe ser un pequeño reto y un pequeño cambio en tu trayectoria. Tengo iniciadas dos historias: una para jóvenes y otra para niños en las que sí va a haber elementos de magia, pero no magia Harry Potter, sino una magia vinculada a las tradiciones autóctonas.

Tus publicaciones siempre han sido publicadas en euskera y luego traducidas por tu misma a otras lenguas. ¿Qué impacto consideras que tiene para una sociedad el hecho de que se publique producción intelectual en lenguas minoritarias?
Ese es uno de los temas sobre los que hablé en una de las mesas del Hay Festival. El país en el que yo vivo administrativamente y políticamente pertenece al Estado Español, pero mi cultura, mi lengua y mi identidad poco tienen que ver con la española. Para mí escribir en euskera es un acto que tiene varias dimensiones. En primer lugar, es un acto de amor hacia mi familia, mi pueblo y mi patria, la verdadera patria genealógica. Por otra parte, es un acto de compromiso con mi tiempo y con mi sociedad en el sentido de que escribo en una lengua que ha sido debilitada por los avatares y que ha sido castigada y reprimida, pero con la conciencia de que hacerlo ayude a que esta lengua perviva en la amalgama de la globalidad. Muchas veces me preguntan por qué no escribo en castellano si así tendría tal vez más lectores. Escribir en euskera es también un acto de compromiso con mi tiempo y un acto ecológico porque muchas veces hablamos de especies y de plantas que tienden a desaparecer y no hablamos de las muchísimas lenguas que desaparecen en el mundo porque no hay suficientes hablantes o los gobiernos, los sectores pudientes normalmente neoliberales, no apoyan la continuidad de estas lenguas. Por último, considerando que nuestra literatura vasca es reciente y gran parte de su historia se ha basado en libros religiosos, moralistas y doctrinales, pienso que escribir en euskera puede ser un acto de modernidad, en el sentido de que se puede decir lo que todavía no se ha dicho en este idioma. Por ejemplo, lo referido al ámbito del desarrollo de la mujer desde el punto de vista feminista y de liberación.

Ya para concluir, cuéntanos un poco sobre la conferencia para docentes que vas a dar el domingo.
El título de la conferencia es De qué hablamos cuando hablamos de literatura juvenil. Abordaremos las interrogantes de cómo, quién, dónde, por qué y para qué en los libros para jóvenes. Uniendo esas interrogantes, iré comentando cómo confecciono mis libros e intercalaré con las lecturas de fragmentos de algunos de ellos. El quién es el trinomio en el que yo me baso para a la hora de plantear cualquier historia: realidad, individualidad y poética, al que habría que sumar las referencias. No sé si es porque he sido maestra, porque trabajé muchos años editando texto escolar o simplemente porque me gusta, siempre he tenido un afán culturalista. No es que quiera instruir a los jóvenes, pero sí me gusta hablarles de personajes que a mí me han enriquecido mucho como Leonard Cohen, Roberta Plack o César Vallejo. Por otro lado, el qué se refiere a los temas que pueden ser sociales, pero también de la propia personalidad, de la autoafirmación del yo y del vivir para algo. El dónde se refiere a los escenarios en que suelo ambientar mis historias, que generalmente es el presente real, aunque a veces hago saltos al pasado histórico. Por ejemplo, en una de mis novelas (Urbete itsasargian, ganadora del premio Euskera de Literatura Infantil y Juvenil), hablo sobre la Guerra Civil Española, que supuso una amputación para la cultura vasca, puesto que antes de este periodo vivimos un interesante florecimiento cultural que de pronto se vio truncado. Respecto al por qué, se refiere a por qué escribo. Mis porqués tienen que ver con la emoción, con el deseo de dar un mensaje, con el compromiso. El para qué es ofrecerles a los lectores un gozo con la palabra escrita y algún conocimiento sobre el mundo, pero de una manera natural, orgánica, no de una manera instruccionista.





sábado, 10 de noviembre de 2018

Entrevista con Ana Cristina Herreros


«Si no pedimos justicia en los cuentos, ¿cómo la vamos a pedir en la vida?»





Ana Cristina Herreros (España), conocida en el mundo de la narración oral como Ana Griott, se encuentra en Arequipa para participar del Hay Festivalito, la programación infantil del Hay Festival Arequipa 18. Sin embargo, este no es su primer acercamiento con Perú. Años atrás trabajó con José María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos en la edición de Mitos, leyendas y cuentos peruanos (Ed. Siruela), importante recopilación de nuestra tradición oral de costa, sierra y selva. Hace unos días, tuvo la oportunidad de descubrir por contacto directo la riqueza y la fuerza de la literatura oral de los niños del VRAEM. En el marco del Hay Festival, conversamos con ella sobre su grandes pasiones: la tradición oral y la edición, ambas concebidas como una forma de luchar por la justicia social. Nos habla mirando fijamente a los ojos, como cuando narra cuentos, y con los mismos quiebres en la voz, solo que esta vez nos comparte el testimonio de su trabajo.


Eres filóloga y especialista en tradición oral. Explícanos qué nos revelan los cuentos tradicionales sobre la naturaleza del ser humano y la sociedad.
Los cuentos tradicionales tienen sus raíces en tiempos en que el hombre y la mujer aprendían a ser hombres y mujeres como lo entendemos hoy en día. Cuentan que en un comienzo éramos carroñeros porque no teníamos habilidad para cazar, y las armas eran piedras talladas unas con otras para sacarles filo, así que no podíamos competir con los grandes depredadores. Por esa razón, cuando estos cazaban una presa y ya todos habían comido su parte, llegaba el ser humano, rompía el hueso con su piedra y se comía el tuétano. Esa es la primera forma de alimentación omnívora que desarrolla el ser humano. Esa ingesta de proteínas animales produjo la bipedestación y el desarrollo del cerebro. Cuentan también que en la era paleolítica alguien tomó la palabra, seguramente una mujer, y contó un cuento. Los cuentos de tradición oral cuentan todos lo mismo: un personaje tiene un conflicto y se pone en camino para resolverlo; en el trayecto se encuentra con el otro, con el donante (según la teoría de Propp), y gracias a su intervención consigue resolverlo. En esencia, lo que cuentan es que el otro no es el que te hace daño, sino el que te ayuda. Gracias a los cuentos, el ser humano empezó a confiar en el otro, y de esa confianza nació el apoyo mutuo, la fuerza de lo colectivo. Es por ella que el ser humano empezó a cazar en grupo, se convirtió en el ser más poderoso y logró sobrevivir en la cadena evolutiva. Los cuentos tradicionales nos cuentan que siempre que te pongas en camino, habrá alguien que te dará una mano. Aunque seas desobediente y te coma el lobo, siempre habrá alguien que te saque de sus tripas. Los seres humanos tenemos la capacidad de confiar unos en otros gracias a los cuentos tradicionales, a la literatura o a la capacidad de fabular.

En los últimos años, has realizado trabajos de recopilación de relatos tradicionales en países del África como Senegal, Mozambique y en los campos de refugiados de Tinduf. Explícanos la labor realizada.
Todo empezó cuando me descatalogaron un libro y con la venta de los libros que me devolvieron fui a Senegal para montar una biblioteca. Se me olvidó llevar libros para los niños, así que cuando llegué pregunté cuál era la fórmula que pone en movimiento los cuentos (en nuestro caso “había una vez” o “érase una vez”). Por las noches deambulaba por el pueblo y cuando la escuchaba, grababa el cuento. Logré recopilar 500. Los jueves nos organizamos para que vayan los niños y abuelos que yo escogía, y hacíamos que cada niño se lleve un abuelo. No teníamos libros para ellos, pero abuelos sí. Al año siguiente, reflexionamos y nos dimos cuenta de que les estábamos llevando la cultura de los países que explotan sus recursos, y no estábamos estimulando su rica y fértil tradición oral, así que en el verano empezamos a hacer talleres con un ilustrador y los niños. Era la mejor época porque así los manteníamos lejos de los arrozales donde podrían contraer la malaria. Lo que hacemos son talleres de ilustración y memoria oral con ellos, ilustramos sus cuentos e hicimos un libro que se tituló El dragón que se comió el sol y otros cuentos de la Baja Casamance. La idea es que la gente sea agente de su propia cultura. Además, consideramos que ellos también son autores del libro porque el porcentaje de regalías de autor está destinado a un proyecto que ellos pidieron: que se apoye a la red de profesores que enseñan español, lengua que les interesa mucho no por España, sino por América, porque de esa parte de África provinieron casi todos los esclavos que llegaron a este continente. Ellos son animistas y creen que en sus bosques y árboles viven sus ancestros que hablan castellano. También se están haciendo talleres de alfabetización para las mujeres. Estamos haciendo literatura del pueblo y para el pueblo.



¿El trabajo en los campos de refugiados de Tinduf fue similar?
En los campos de refugiados de Tinduf, trabajamos con personas que viven ahí desde hace 42 años porque aún no se soluciona el problema de ocupación ilegal de su territorio por parte de Marruecos. Esa situación es una gran vulneración de los derechos humanos porque debido a ello esa gente no tiene nacionalidad. Con ellos, hicimos un trabajo de ilustración con los niños y con las mujeres, con el barro con usan para darle color a su cabello y para hacerse dibujos en la piel. También escuchamos a las abuelas que han sido silenciadas porque hablan de un pasado nómada. Ahora los niños no conocen cuentos tradicionales y se han dado cuenta de que están perdiendo su identidad. Eso es gravísimo porque un pueblo que pierde su identidad, pierde también sus raíces y se lo lleva el viento. Con las regalías del libro que publicamos, Los cuentos el erizo y otros cuentos de las mujeres del Sáhara, nos han pedido traducir el libro a su lengua, que no tiene escritura, pero ya se está trabajando en la formalización escrita de su lengua.



Tus proyectos culturales se desarrollan en contextos sociales muy adversos, marcados por la violencia. ¿Qué importancia cobra la literatura ante esas problemáticas?
Creo que se debe luchar contra el prejuicio de que si no tienes un libro publicado, no haces literatura. Parte de que lo escrito, que es lo vinculado al poder, tiene mucha dignidad, mientras que lo oral no tiene ninguna, pese a que es la base de todo. Nosotros aprendemos y se nos inocula el amor por la literatura en el regazo de nuestra madre cuando nos canta una nana, sentados al lado de nuestra abuela cuando nos cuenta un cuento, sentados frente a la comunidad cuando alguien toma la palabra para contar una leyenda. La función social de la literatura es crear redes, anclarte en tu propia tradición, hacerte sentir importante porque eres depositario de una cultura. La dominación cultural es terrible, hacerles creer a las personas que son incultas porque no escriben, que solo vale aquel que escribe un libro que merece el premio Nobel. La gente del VRAEM también tiene literatura y es necesario decírselo, que escuchen a sus abuelas y a sus abuelos que son depositarios de un saber tradicional, de los cuentos y la historia de su pueblo. Eso no se debe olvidar porque es su patrimonio inmaterial. 

¿Cuál es la relación entre los cuentos tradicionales y la infancia?
Los cuentos tradicionales no eran para niños. Cuando llegué a Senegal y le pregunté al bibliotecario si ahí se les contaba a los niños cuentos “de niños”, él me respondió: “Si les contáramos a los niños cuentos “de niños”, ¿cómo iban a convertirse en adultos?”. En África, como aquí en el VRAEM, no se les cuenta cuentos a los niños, los niños están ahí y oyen los cuentos que los adultos se cuentan los unos a los otros porque la literatura no sabe de etiquetas. La literatura es o no es, y literatura oral lo sabe muy bien. Los cuentos tradicionales son cuentos que no tienen edad. Muchos han sido dulcificados pensando en los niños, pero hay que entender que los cuentos tradicionales no son crueles; son justos. Siempre acaban con la restitución de la justicia y la reparación del daño, que es algo fundamental. Si no pedimos justicia en los cuentos, ¿cómo la vamos a pedir en la vida? Los niños del VRAEM necesitan esa reparación y esa justicia.

Coméntanos sobre el taller que has desarrollado en el VRAEM.
El taller del VRAEM lo propone TGP (Trasportadora de Gas del Perú) con el fin de trabajar en favor de las comunidades por donde pasa su gasoducto. En vista de mi participación en el Hay Festival de Arequipa, me propusieron que colabore con ellos con un taller en una comunidad del VRAEM: Chiquintirca. Ahí convocaron a niños entre 8 y 18 años y a sus maestros para que yo les hable del trabajo de recopilación de memoria oral, de los cuentos de todos estos países que ellos no conocen, les puse imágenes de los niños pintando y de las mujeres aprendiendo a leer y escribir. Después, los incité para que me contaran los cuentos que ellos saben. Algunos lo hicieron en español, en quechua y otros fluctuando con naturalidad entre las dos lenguas, sobre todo cuando el personaje canta. Me contaron, me cantaron, me bailaron y me tocaron historias de su pueblo que tienen que ver con esa necesidad de no olvidar lo que ha sucedido, sobre todo cuando no ha sido reparado. Mi mensaje con este taller de cuatro horas fue explicarles que ellos también tienen una literatura oral que merece sobrevivir y ser guardada en sus corazones para ser trasmitida a la generación posterior, que eso forma parte de quiénes son y quiénes son es algo muy grande, porque son quechuahablantes, gente andina y seres humanos dueños de una voz, de un pasado, de una forma de ver el mundo que es muy suya y a la vez universal. Para mí el trabajo era doble, primero con los niños para dar valor a su tradición y a su voz, y también con los maestros para animarlos a que hagan un trabajo importante. Yo edité en la colección de Cuentos populares de Editorial Siruela un libro de recopilación oral de José María Arguedas (y Francisco Izquierdo Ríos), que ha sido el detonante de todo mi trabajo de recopilación oral. Ellos fueron a las escuelas y recogieron el testimonio de los niños. Es un tesoro de libro que debería ser lectura obligatoria en sus centros escolares y los de todo el mundo.

Tras varios años como editora en Siruela, decides emprender tu propio proyecto, la editorial Los Libros de las Malas Compañías. Explícanos el nombre y cuál es su línea editorial.
La experiencia de Siruela fue maravillosa. Fueron 25 años en los que aprendí muchísimo con los enormes profesionales que trabajaron y trabajan ahí. Mi proyecto editorial se llama Libros de las Malas Compañías porque somos desobedientes y caprichosas. Hay valores que están en desuso y se consideran negativos, como el aprender a desobedecer. Para mí es algo maravilloso que no se enseña porque así somos más sumisos y más moldeables. Sin embargo, hay momentos en los que se tiene que desobedecer. Por ejemplo, desobedecemos al mercado, no publicamos lo que el mercado pide, lo políticamente correcto, porque nos parece que el niño merece la verdad, no tonterías. Los padres solemos vivir en otra esfera, la de la mentira, ocasionada por no entender los símbolos de los cuentos populares. Por ejemplo, todos los monstruos simbolizan el miedo. Otra característica de nuestra línea editorial es que no vendemos en grandes superficies, no imprimimos en China, como la mayoría de editoriales españolas, porque contaminan el mundo y no tienen una legislación laboral. Tampoco usamos papel que resulte de la deforestación de la Amazonía. Creemos que la cultura debe ir encaminada a proteger a la gente. En ese aspecto somos desobedientes: en los temas que escogemos y en el proceso. No creemos en la literatura infantil, no creemos en las etiquetas, creemos que hacemos literatura.


Lo que debes saber sí o sí
Anna Cristina Herreros se presenta hoy en el Hay Festivalito, en el Auditorio del Centro Cultural Peruano Norteamericano de Arequipa. 


Si deseas saber más...
Puedes visitar la web de sus proyectos editoriales:
https://www.librosdelasmalascompanias.com/ (Se pueden comprar online)

O su sitio personal: http://anagriott.blogspot.com/







martes, 6 de noviembre de 2018

Hay Festivalito
Un mundo imaginario con grandes aventuras y emociones que envolverá a niños y niñas
Cuentacuentos, talleres, poesía, fútbol y mucho más en un programa especial dirigido al público infantil. También un evento para docentes con Miren Agur. El ingreso es libre.


El Hay Festivalito es la sección del Hay Festival dirigida a los lectores más jóvenes. Algunos de los más talentosos narradores, escritores e ilustradores de la literatura infantil estarán presentes para compartir su obra con los niños.
La española Ana Griott estudió literatura, y al escribir su tesis de doctorado cultivó un profundo interés por la narración oral. Así se volvió una apasionada cuentacuentos, relataba historias a niños, niñas y jóvenes, aunque también sordociegos, presos, jubilados, maestros y bibliotecarios. Eventualmente se sumergió en la narración infantil escrita, y hasta el momento ha publicado siete libros. Libro de Monstruos Españoles ganó el Premio Nacional al Mejor Libro Editado, 2009.
Anna Griott / Fotografía: Daniel Mordzniski

De Colombia recibimos a Celso Román y Miguel MendozaCelso Román fue médico veterinario antes de redireccionar su carrera hacia el arte y la literatura. Desde los años 70, comenzó a publicar colecciones de cuentos y novelas infantiles. Su último trabajo se llama Expedición la Mancha (2016), un libro basado en el clásico de Cervantes, Don Quijote, para niños. 

Celso Román

Por su parte, Miguel Mendoza es profesor universitario, en su obra escrita ha explorado la psicología del crimen. En su libro Vladimir, el niño vampiro, plasmó esta fascinación por el lado más oscuro de la naturaleza humana, adaptado al formato infantil, en un relato sobre un niño que se convierte en vampiro.
 
Miguel Mendoza

Pedro Mañas estudió Filología Inglesa en la Universidad Autónoma de Madrid antes de convertirse en escritor. Cautivó al público infantil desde su primer libro, Klaus Novak, limpiador de alcantarillas, en 2007. Actualmente es el autor de 17 libros, entre ellos, varias obras de poesía para niños y niñas. En 2018 publicó el quinto libro de su colección Princesas Dragón: Los hermanos Tormenta. En este encuentro, Pedro Mañas ofrecerá un recital-taller para compartir poesía con los pequeños lectores.

Y finalmente, en el Hay Festivalito también se hablará de fútbol, aprovechando el boom de literatura sobre este deporte en el Perú de la mano con la fiebre del mundial. Santiago Roncagliolo, el célebre novelista que también recorre diferentes facetas en su obra, acaba de publicar Los peores partidos de mi vida, en el que basa su experiencia personal de reconciliación con el fútbol para hablar sobre el proceso de afrontar derrotas, pero guardando esperanza.

Santiago Roncagliolo / Fotografía: Daniel Mordzniski

EVENTO PARA DOCENTES
Miren Agur Meabe, escritora vasca, escribe para el público adulto e infantil-juvenil. Recibió el Premio de la Crítica en 2001 y 2011 por los poemarios Azalaren kodea (El código de la piel) y Bitsa eskuetan (Espuma en las manos), así como el Premio Euskadi de Literatura Juvenil en tres ocasiones, por las obras Itsaslabarreko etxea (La casa del acantilado), Urtebete itsasargian (Un año en el faro) y Errepidea (La carretera). Dará la charla para docentes: De qué hablamos cuando hablamos de literatura juvenil. El cómo, quién, qué, dónde, por qué y para qué de los libros juveniles.

Miren Agur Meabe

Actividades gratuitas para niños de todas las edades y con todo tipo de intereses. Invitamos al público arequipeño a explorar en familia la programación del Hay Festivalito. 

SÁBADO 10 DE NOVIEMBRE
HF1 10:00 – 11:00 h Centro Cultural Peruano Norteamericano (biblioteca)
Naturaleza para niños. Celso Román

HF2 12:00 – 13:00 h Centro Cultural Peruano Norteamericano (biblioteca)
Cuentos con Ana Cristina Herreros (Ana Griott)

HF3 16:00 – 17:00 h Centro Cultural Peruano Norteamericano (biblioteca)
Vladimir, el niño vampiro. Miguel Mendoza

DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE
HF4 10:00 – 11:00 h Centro Cultural Peruano Norteamericano (biblioteca)
Los peores partidos de mi vida. Santiago Roncagliolo

HF6 15:00 – 16:00 h Centro Cultural Peruano Norteamericano (biblioteca)
Recital-taller. Pedro Mañas

HF5 16:00 – 17:00 h Centro Cultural Peruano Norteamericano (biblioteca). [Evento para docentes]
De qué hablamos cuando hablamos de literatura juvenil. Miren Agur Meabe